8 años con la bicha sobrevolando mi cabeza

Ayer tuve cena de CEYFE. Fue un repaso a 8 años de historia entre cervezas, comida, amigos y ausencias. Fueron unas horas de confesiones, anécdotas, futuribles y recordatorio de porqué estamos aquí los que estamos, no otros, y porqué esto está funcionando tan bien a pesar de los pesares, de las crisis, de todo.

Resumiendo, que si Esther y Javi no salieron huyendo de allí, será por algo. Que me alegré como nunca de estar metido en este equipo, que realmente no creo que como decía Javier seamos uno de los mejores equipos de animación de la comunidad, pero lo que sí que creo es que nos lo pasamos como nadie. ¿Será por eso? ¿será por seguir una tradición de 25 años atrás? ¿Será por el guaraná?

No lo sé la verdad. No tengo ni idea. Tal vez sea, como decía en el anterior post, porque estamos locos. Es muy posible. Locos por trabajar juntos por que lleguen las salidas, las cenas, las convivencias... locos por este trabajo y por conseguir un forro (sobre todo Palmira). Locos por saber que después de haber conseguido superar todas las crisis posibles, ahora somos lo que Javier y María llevan tanto tiempo buscando, un equipo. El capital humano de CEYFE es lo que hace que seamos uno de los grupos más ricos y con más futuro que conozco. Es lo que hace que haya gente que empuje, gente que aguante, gente que pregunte, gente que aglutine, gente que sabe mucho, gente que está deseosa por aprender. La gente que me hace sentir tan a gusto. La gente que me ha hecho ser lo que soy, elegir mi trabajo, mi camino. La gente que me sacó de los ratos de indecisión que tuve para volver a enseñarme las baldosas amarillas. La gente en la que primero busco consejo. La gente con la que quiero seguir contando en un futuro. A pesar que esas baldosas amarillas a algunos nos lleven a Oz, a otros a Egälesia, a otros a la Tierra Media y a otros a Idhun, siempre nos quedarán las cenas como las de ayer, las salidas como las de la semana pasada o la encerronas en la nieve como la de febrero para sentirnos parte de algo importante.

Y mientras tanto, la bicha, seguirá viva, volando alto sobre nuestras cabezas. Como el ave fenix guardian que tras lloros y espantadas, que tras crisis de identidad, que tras un año sin hablarnos, que tras proyectos fallidos y tras dejar atrás a gente tan importante, sigue juntandonos frente a una jarra de cerveza para recordarnos que, pese a todo, nos queremos, admiramos, necesitamos y que, le pese a quien le pese, estamos deseando otra vez volver a rescatar las pelucas del baul, a Miniyo de la estantería y a los forros morcillones para volver a tocar la felicidad.