El silencio nos hace cómplices

Ayer asistí a una increible lección sobre las mujeres en el mundo islámico. Tres personas, a golpe de palabra, iban desnudando nuestra ignorancia sobre su mundo el día antes de la presentación del manifiesto firmado por más de 4.000 firmas de hombres contra la violencia de género promovido por el grupo municipal socialista y el Foro de Hombres por la Igualdad.

Yo no podré ir este sábado por cuestión de trabajo a la manifestación del sabado. Pero deberíamos estar todos, porque el silencio nos hace cómplices. Porque ellas se lo merecen, porque nosotros se lo debemos, por tantos siglos de machismo, de malos tratos, de desprestigio, de abusos.

Ayer escuché con razón, que lo único que conseguirá desterrar esta lacra será la educación de los nuevos y la reeducación de los que ya estamos. Todavía resuenan en mi cabeza las palabras de Víctor Manuel, reinará Leonor, ETA será un levísimo recuerdo, pero todavía habrá algún hijo de puta que dirá "la maté porque era mía". No obstante, debemos ser optimismas. La lucha por la igualdad no será fácil y seguramente nosotros no lo veamos, pero hay que tener esperanza. La revolución silenciosa de las mujeres en el siglo XX tiene que tomar voz, y tenemos, debemos estar ahí. Con ellas. Por ellas. Por nosotros.