Herido y asustado...

Todos estamos heridos y asustados. Asustados por el futuro, asustados por nuestros deseos, por nuestras esperanzas, por no saber si llegaremos o no, por nuestros objetivos, por una cama revuelta, por ese cuerpo que deseamos... Heridos por el fuego de una llama apagada, por el dolor causado, por un alma rota a la que se le ven las grietas, por mentiras, por engaños, por otros, por otras, por sentimientos ajenos a nosotros, por palabras, siempre las palabras...

Y benditos quienes estén heridos y asustados. Porque el dolor, la alegría, el miedo, la angustia, los nudos en el estómado, las mariposas, las lágrimas, la música triste, los acordes alegres y todo aquello que nos hace sentir tan mal... o tan bien, es vida. Es pura vida.

Quiero sufrir, quiero amar, quiero llorar, quiero reir, quiero gritar, cantar, desear, mirar, sonreir, gozar, bailar, recordar, soñar, compartir... quiero vivir. Quiero vivir sólo y quiero que me acompañes tú. Y tú también. Y tú.

¿Sabéis lo que quiero? Nadie ha conseguido decirlo jamás tan claro. Quiero ir a los bosques. Porque fui a los bosques porque quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida, y dejar a un lado todo lo que no fuese vida, para no descubrir en el momento de mi muerte, que no había vivido.